Un gran porcentaje de la población opina que es importante y positivo que la gente mayor estudie, que se forme aunque no sea con la finalidad de aplicar esos conocimientos en su vida laboral.
De todos modos, uno puede preguntarse, de qué sirve estudiar si no puedes ejercer después? Los jóvenes tenemos la tendencia de pensar que el estudio es prácticamente solo el camino hacia el trabajo deseado, una manera de tener una buena formación con la que respaldar nuestra carrera profesional.
Es importante recordar, que no siempre fue así. Si miramos atrás, no hace falta ir muy lejos para darnos cuenta que no siempre ha sido así, no siempre estudiar ha estado al alcance de todos.
Para la tercera edad es importante estudiar para poder aprender todo aquello que por tiempo o por falta de medios no han podido hacer anteriormente, es un nuevo reto. ¿Qué les proporciona eso? Motivación para mantener la mente ocupada y despierta, autoestima, ya que ven que son útiles y capaces de hacer algo que les gusta, confianza, conocer a gente nueva y socializarse, abrirse a nuevas experiencias…
El aprendizaje, sea del tipo y la materia que sea, a veces, enriquece mucho más a nivel personal que intelectual, por eso es importante que las personas mayores también tengan esa oportunidad.
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